Inmediatez, conectividad y confusión. Extensiones y barreras del debate en Twitter

19 Sep

Con frecuencia se afirma, y a menudo con solvencia, que la Web, y en concreto su versión 2.0, está fomentando una mayor democratización de la opinión pública gracias a la multiplicación y diversificación de los emisores y a la capacidad de apertura y almacenaje de sus plataformas. Sin embargo, esta abundancia de voces y opiniones no siempre es suficiente. De hecho, en determinados contextos, los efectos pueden resultar contraproducentes debido a la sobreabundancia informativa. Y, con frecuencia, gran parte de estas variables externas están relacionadas con los mecanismos empleadas para difundirlas.

Para ilustrar y analizar brevemente esta cuestión, tras un largo paréntesis veraniego, esta entrada se propone comprobar las potencialidades y las limitaciones de una herramienta como Twitter para este fenómeno, en concreto para el debate ideológico. Hace ya tiempo, se trató una cuestión parecida en relación con los comentarios de las noticias del Huffington Post. En esta ocasión, se ha seleccionado un hecho concreto: la tertulia que, sobre la libertad de expresión y el respeto a las religiones mantuvieron el pasado domingo, 16 de septiembre, cinco reconocidos tuiteros: Antonio Martínez Ron, Toni Piqué, Josu Mezo, Borja Adsuara y Jose Cervera. Este debate comenzó varios días antes, pero con el fin de acotar el objeto de estudio para poder extraer unas pocas conclusiones, se ha reducido la observación a esas 24 horas, en las que sólo estos participantes emitieron un total de 165 tuits.

Como se puede observar, la discusión comienza cuando Martínez Ron contesta, a medianoche, a un mensaje de Piqué de dos días atrás. Después de varias intervenciones seguidas del primero y de casi 15 minutos, éste último comienza a contestar a algunas de ellas:

Durante un tiempo, discuten con cierta coordinación, pero pronto se empiezan a intercalar conversaciones paralelas y, en ocasiones, de gran expresividad:

Unos problemas técnicos interrumpen el debate de madrugada, pero Martínez Ron sigue compartiendo ideas y datos con otros usuarios, hasta que entra en juego un tercer contertulio en esta disputa dialéctica: Josu Mezo.

Tras unas pocas intervenciones adicionales, el coloquio se cierra hasta que, a la mañana siguiente, Jose Cervera reaviva la cuestión y Borja Adsuara se une a la conversación:

Con todos los protagonistas en liza, los argumentos comienzan a fluir y las interacciones se suceden con rapidez:

Pero, como se puede comprobar, la conversación resulta difícil de seguir incluso para ellos, debido a las desviaciones del tema central y al cuestionamiento de las bases del debate.

La facilidad de Twitter para introducir enlaces externos y para regular las menciones y aportaciones favorece la argumentación y el dinamismo:

Pero, de nuevo, las dificultades para entenderse y expresarse con un cierto orden, a las que se vuelven a sumar deficiencias en la conexión, se hacen patentes y agrían la conversación:

Piqué, probablemente consciente de ello, propone aprovechar algunos de los recursos documentales y estructurales de Twitter al proponer la introducción de un hashtag que amplíe el espacio de los mensajes:

Sin embargo, nadie tiene en cuenta esta propuesta. En cambio, empiezan a aparecer símbolos que oscurecen y connotan todavía más sus intervenciones:

De improvisto, Mezo se despide y resalta expresamente la poca utilidad de esta red de microblogging para este tipo de debates:

De nuevo, las conversaciones tangenciales abren otras rutas de argumentación:

Y la confrontación abierta sigue sin proporcionar resultados aparentes:

Finalmente, por las dificultades encontradas, Adsuara también abandona y el debate empieza a darse por cerrado:

Aunque todavía  se emiten una serie de respuestas a frases anteriores:

Y, para acabar , también Piqué reconoce las limitaciones de las que adolece Twitter en estas circunstancias:

Inmediatez, participación, apertura, abundancia, desorden, confusión… Éstas, y otras muchas, podrían ser las cualidades de Twitter en la gestión de conversaciones temáticas. Para estudiarlas con mayores garantías, harían falta metodologías más complejas y casos más variados. Pero sí se puede atisbar, con este ejemplo, la cara y la cruz de un enfentamiento dialéctico de estas características. Evidentemente, esta red social es sumamente eficaz para otras funciones, como la interconexión de información especializada, estudiada recientemente en este blog. Pero probablemente, para acciones conversacionales como la que aquí se trata, existen mecanismos más adecuados, que pueden variar desde los textos argumentativos clásicos hasta las modernas «cascadas» de Storify. Precisamente este programa ha sido el utilizado para realizar este análisis, así que quienes quieran recorrer este debate pueden acceder a la «historia» que he ahí he compuesto. De esta forma, aunque sólo es un paso más, se vuelve a comprobar cómo es conveniente buscar otros sistemas que aprovechen las extensiones y limiten las barreras del debate en Twitter.

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